Muchas veces me encuentro con niñ@s a los que les duele algo y simplemente por el hecho de ser niños no se les hace mucho caso. Existe en muchas ocasiones un pensamiento generalizado de que a los niñ@s no les puede doler nada, que son muy jóvenes y casi de «goma» y que no necesitan fisioterapia.
Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Los niñ@s, además de poder tener lesiones como cualquier ser humano, están en plena fase de crecimiento, y es ahí donde, desde la fisioterapia, podemos y debemos hacer un control del crecimiento, así como determinar si este está siendo el adecuado o si los dolores o síntomas que algunos padecen son normales o no.
Hay que tener en cuenta que, por norma general, cualquier dolor es un signo de alarma y de que algo no funciona correctamente.
Así que os animo a los que sois padres/madres o tenéis niñ@s alrededor que los llevéis al fisioterapeuta para hacerle revisiones rutinarias y así poder evaluarle e identificar a tiempo cualquier patología que pudiera estar dándose y que no haya sido encontrada todavía.
Como siempre se dice, la prevención es la mejor medicina.
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